Atraco hollywoodense: 25 encapuchados desvalijan joyería
- Karla Hernandez
- 26 sept
- 2 Min. de lectura
Botín de casi 2 mdd y una huida de cine captada por drones policiales
Armados con pistolas, picos y, sorprendentemente, palos de golf, irrumpió con violencia en el local, destrozando vitrinas y arrasando con todo a su paso
MARCOS H. VALERIO
La tranquila mañana en una joyería de lujo en California se convirtió en una escena digna de Hollywood. Un ejército de 25 encapuchados, armados hasta los dientes con pistolas, picos y, sorprendentemente, palos de golf, irrumpió con violencia en el local, destrozando vitrinas y arrasando con todo a su paso.
Su botín: Joyas valoradas en casi dos millones de dólares, desde anillos hasta relojes de alta gama, collares y pulseras que brillaban bajo los reflectores de un robo meticulosamente planeado.
El atraco, ejecutado con una coordinación que delata experiencia, no estuvo exento de obstáculos. Al intentar escapar, los delincuentes se toparon con un sistema antirrobo que bloqueaba la puerta principal.
Pero, como si siguieran un guion, un par de disparos al cristal bastaron para abrirse paso. Afuera, la escena era aún más cinematográfica: seis autos robados los esperaban, listos para una huida a toda velocidad que parecía sacada de una persecución de película de acción.
Los drones de la Policía de California, testigos aéreos del espectáculo, captaron la frenética fuga. Gracias a esas imágenes, las autoridades lograron capturar a siete de los asaltantes, con edades entre los 17 y 31 años.
En su poder se encontraron dos armas de fuego y una fracción del botín: anillos, collares y relojes que apenas representan una migaja de lo robado. “Recuperamos parte de las joyas, pero esta banda no es nueva en el negocio”, afirmó un portavoz policial, dejando entrever que los atracadores podrían estar detrás de una ola de robos similares que azotan el estado.
Mientras los siete detenidos enfrentan cargos, la cacería continúa.
Los 18 cómplices restantes siguen prófugos, perdidos en las sombras de California, con la policía pisándoles los talones y los drones vigilando desde el cielo. La joyería, ahora un caos de cristales rotos y vitrinas vacías, es el escenario mudo de un robo que, por su audacia, ya se graba en la memoria de la ciudad.
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