Calderón puso en jaque industria farmacéutica
- Karla Hernandez
- 4 jul
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Sheinbaum apuesta por revitalizar la industria nacional de medicamentos
Con ello, se garantiza salud y empleo
MARCOS H. VALERIO
La industria farmacéutica mexicana vive un momento crítico que exige una reflexión profunda. Durante la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, Alejandro Svarch Pérez, titular del IMSS-Bienestar, expuso con claridad cómo hasta 2008 esta industria crecía en paralelo con la manufactura, generando empleos bien remunerados, especialmente para mujeres, y fortaleciendo la economía nacional.
Sin embargo, una decisión tomada en el gobierno de Felipe Calderón cambió drásticamente este panorama: la eliminación del requisito de planta, una política que obligaba a las farmacéuticas a tener infraestructura productiva en México para vender sus productos.
Esta medida, que priorizó intereses de mercados farmacéuticos extranjeros, no solo debilitó la capacidad de respuesta del país ante necesidades de salud, sino que también desmanteló un pilar de soberanía farmacéutica.
La pandemia de covid-19 dejó en evidencia esta vulnerabilidad: mientras México dependía de importaciones, países como Brasil, que en 2008 instauró su Política de Producción Farmacéutica, producían el 90% de los medicamentos para su sistema de salud. La comparación es dolorosa, pero aleccionadora.
Svarch destacó que la ausencia de una industria farmacéutica nacional consolidada pone a México en desventaja no solo en salud, sino también en economía. La inminente liberación de patentes representa una oportunidad perdida para producir medicamentos genéricos, que son hasta cinco veces más baratos que los de patente y esenciales para garantizar el acceso universal a la salud.
Sin plantas locales, México queda relegado a ser un consumidor dependiente, en lugar de un productor competitivo.
La respuesta del gobierno de Sheinbaum es esperanzadora. La presidenta reafirmó el compromiso de recuperar la industria farmacéutica nacional, comenzando con un decreto que priorizará a las plantas de producción locales en las licitaciones del Sistema Nacional de Salud.
Este paso, aunque inicial, es crucial para revertir el daño de políticas pasadas y construir una industria que no solo asegure medicamentos accesibles, sino que también impulse el empleo y la autosuficiencia.
La soberanía farmacéutica no es un lujo, es una necesidad. México no puede seguir dependiendo de mercados externos para algo tan esencial como la salud de su pueblo. La apuesta por los medicamentos genéricos y la producción nacional es un camino hacia la justicia social y la resiliencia económica.
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