Convoca Monreal a la unidad nacional
- Karla Hernandez
- 1 sept
- 3 Min. de lectura
Escudo inquebrantable de México
Ante las provocaciones de EU y los ecos de un pasado de invasiones, Ricardo Monreal llama a la cohesión para defender la soberanía mexicana frente a cualquier amenaza extranjera
MARCOS H. VALERIO
La historia de México está marcada por heridas profundas, cicatrices de un pasado donde la división interna abrió la puerta a la ambición extranjera. Hoy, frente a las provocaciones del senador estadounidense Ted Cruz, quien propone enviar tropas de su país a territorio mexicano bajo el pretexto de combatir a los cárteles de la droga,
Por ello, a través de un video difundido por redes sociales, el coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, ha levantado la voz para convocar a la unidad nacional. Su mensaje es claro: la soberanía de México no está en negociación, y la cohesión de los mexicanos es la mejor defensa contra cualquier intento, velado o abierto, de vulnerar nuestra independencia.
Monreal, recuerda las consecuencias de la desunión en el pasado. En el siglo XIX, México perdió más de la mitad de su territorio tras la invasión estadounidense de 1846-1848, un episodio que aún resuena como advertencia.
La falta de unidad y la confrontación interna debilitaron al país, convirtiéndolo en presa fácil para los intereses expansionistas.
Aquellas “vejaciones y humillaciones”, como las describe Monreal, no deben repetirse. Permitir que tropas extranjeras pisen suelo mexicano, como sugiere Cruz en sintonía con la postura de Donald Trump, sería un retroceso histórico y una afrenta a la dignidad nacional.
La propuesta de Cruz no es solo una injerencia inaceptable, sino un recordatorio de que los intereses extranjeros siempre han acechado a México en momentos de vulnerabilidad. La unidad nacional, que Monreal enarbola como un estandarte, es el antídoto contra estas amenazas.
Hoy, México no es el país fragmentado de hace dos siglos. Es una nación que, bajo el liderazgo de gobiernos comprometidos con el bienestar y la justicia social, ha fortalecido su economía, reducido la pobreza y consolidado su posición como actor clave en el escenario global.
Esta fortaleza interna es la base para rechazar cualquier intento de intromisión, disfrazado de cooperación o imposición.
La respuesta de Monreal no solo es un rechazo a la propuesta de Cruz, sino una invitación a los mexicanos a cerrar filas en defensa de nuestra soberanía. La unidad no implica borrar las diferencias, sino reconocer que el interés común —la protección de nuestra patria— está por encima de cualquier división política o ideológica.
En un mundo donde las potencias buscan imponer sus agendas, México debe mantenerse firme, recordando que la cohesión es su mayor fortaleza. La historia nos enseña que la división fue un “escudo rompible” que permitió la pérdida de territorio; hoy, la unidad es el muro que nos protege.
El llamado de Monreal resuena en un momento crucial, cuando las presiones externas se intensifican y las narrativas de intervención buscan ganar terreno. México ha demostrado que puede enfrentar sus desafíos internos, desde el combate al crimen organizado hasta la construcción de una economía sólida y competitiva.
La lucha contra los cárteles, como ha señalado el gobierno de Claudia Sheinbaum, es una tarea que compete a los mexicanos, no a ejércitos extranjeros. Aceptar tropas estadounidenses en nuestro suelo sería renunciar a la autonomía que tanto ha costado construir y revivir los errores del pasado.
En este contexto, la unidad nacional no es solo una consigna, sino una necesidad estratégica. México debe seguir siendo un país que se levanta con orgullo, que no olvida su historia y que no permite que intereses foráneos dicten su destino.
Ricardo Monreal nos recuerda que la fortaleza de México radica en su pueblo unido, en su capacidad para rechazar cualquier forma de invasión y en su compromiso con un futuro soberano. Que este llamado a la cohesión sea el faro que guíe a los mexicanos, hoy y siempre, para que nunca más se repitan las humillaciones de antaño.
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