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Gobernadores de oposición son “Claudistas”

  • Foto del escritor: Karla Hernandez
    Karla Hernandez
  • 8 sept
  • 3 Min. de lectura

Mientras “Alito” lanza acusaciones sin sustento


Entre la lealtad al pueblo y deslealtad de sus líderes, quienes sólo calumnia; es un llamado a la sensatez



MARCOS H. VALERIO



Mientras “Alito” lanza acusaciones sin sustento, mandatarios del PRI como los de Durango y Coahuila se alinean al proyecto de buen gobierno de Claudia Sheinbaum.


La política mexicana vive un momento de redefinición, donde la voluntad de trabajar por el bien común parece imponerse, al menos en algunos casos, sobre las lealtades partidistas. La reciente declaración de gobernadores de oposición, específicamente los de Durango y Coahuila, al expresar su respaldo a la presidenta Claudia Sheinbaum, marca un punto de inflexión en el panorama político nacional.


Este gesto de apoyo, que podríamos calificar de "claudismo" pragmático, contrasta con las posturas beligerantes de figuras como Alejandro "Alito" Moreno, líder nacional del PRI, quien ha optado por el camino de las acusaciones infundadas, insinuando vínculos del gobierno federal con el narcotráfico.


La postura de los gobernadores priistas de Durango y Coahuila no es menor. En un contexto donde el PRI, como partido, ha perdido terreno frente a la fuerza de MORENA, estos mandatarios han elegido priorizar la coordinación y la colaboración con el gobierno federal, reconociendo que el bienestar de sus estados depende más de un trabajo conjunto que de confrontaciones estériles.


Este respaldo refleja una madurez política que trasciende colores partidistas y pone en el centro los intereses de la ciudadanía. Es un mensaje claro: el buen gobierno no tiene siglas, y la transformación que impulsa Sheinbaum encuentra eco incluso en aquellos que, en teoría, deberían ser sus adversarios.


Por otro lado, la ausencia de la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, en esta lista de apoyos ha generado especulaciones. La presidenta fue clara al desmentir cualquier roce político, explicando que la planificación de sus giras aún no ha incluido a Chihuahua, pero que todas las entidades serán visitadas.


Este mensaje refuerza su compromiso con una relación institucional sólida, sin importar las afiliaciones políticas. Es un recordatorio de que la gobernanza efectiva no se construye con exclusiones, sino con un diálogo abierto y constante.


El contraste entre los gobernadores y su líder nacional, Alito Moreno, no podría ser más evidente. Mientras los primeros apuestan por la colaboración, el segundo insiste en una estrategia de confrontación que no solo carece de pruebas, sino que resulta contraproducente para su propio partido.


Las acusaciones de Moreno no solo son graves, sino irresponsables, al intentar desprestigiar al gobierno sin presentar evidencia sólida. Este tipo de posturas, lejos de fortalecer al PRI, lo hunden en una narrativa de descrédito que no resuena con la ciudadanía ni con los liderazgos estatales que, como en Durango y Coahuila, entienden que el futuro está en trabajar de la mano con un proyecto de nación que prioriza la justicia social y el desarrollo.


El "claudismo" de estos gobernadores de oposición es una señal esperanzadora. Demuestra que, en un país polarizado, aún hay espacio para el entendimiento y la colaboración.


La presidenta Sheinbaum ha reiterado su compromiso de mantener puentes con todos los mandatarios, independientemente de su origen político, porque sabe que el éxito de su administración depende de la suma de esfuerzos.


En este sentido, los gobernadores de Durango y Coahuila no solo se alinean al buen gobierno, sino que dan un ejemplo de lo que significa poner al pueblo por encima de las ambiciones personales o partidistas.


“Alito” Moreno, en cambio, parece quedarse solo en su cruzada, cada vez más desconectado de la realidad y de los liderazgos que, desde los estados, están marcando el rumbo hacia una política más constructiva.


Es momento de que los líderes partidistas como “Alito” Moreno reflexionen: ¿vale la pena aferrarse a una retórica de confrontación cuando sus propios gobernadores apuestan por la unidad? La respuesta parece clara, y el camino trazado por Durango y Coahuila debería ser un llamado a la sensatez para quienes aún creen que el divisionismo es el camino. México necesita liderazgos que sumen, no que resten

 
 
 

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