Negligencia de pipero
- Karla Hernandez
- 26 sept
- 2 Min. de lectura
Iba en exceso de velocidad
Semarnat asegura que la unidad no estaba registrada, mientras que Silza, filial del Grupo Tomza, insiste en que cuenta con tres seguros
MARCOS H. VALERIO
La tragedia que sacudió la Calzada Ignacio Zaragoza en Iztapalapa en la Ciudad de México, no es solo un lamentable accidente, sino un recordatorio de las fallas sistémicas que persisten en nuestra infraestructura y regulación. Las cámaras instaladas cerca del lugar captaron el momento en que una pipa, presumiblemente por exceso de velocidad —ya sea por imprudencia del conductor o por una falla mecánica—, perdió el control en una curva, volcó y explotó.
El saldo preliminar es devastador: cuatro personas muertas y 90 lesionadas. Pero la historia no termina ahí.
Ahora, la trama se enreda en un tira y afloja burocrático. La Semarnat asegura que la pipa no estaba registrada, mientras que Silza, filial del Grupo Tomza, insiste en que cuenta con tres seguros.
Este no es un detalle menor. El historial de accidentes de Silza, que arrastra incidentes desde 2013, pone en tela de juicio la supervisión de las autoridades y la responsabilidad de las empresas.
¿Cómo es posible que una compañía con un expediente tan accidentado siga operando sin un escrutinio riguroso? ¿Dónde está la autoridad que debería garantizar la seguridad de los ciudadanos?
Este accidente no solo deja víctimas y destrozos, sino preguntas incómodas. ¿Quién verifica el estado mecánico de estas unidades? ¿Quién asegura que los conductores están capacitados para manejar cargas tan peligrosas? Y, sobre todo, ¿hasta cuándo seguiremos permitiendo que la negligencia, sea de empresas o autoridades, cobre vidas?
La Calzada Zaragoza no puede convertirse en sinónimo de tragedia. Urge una investigación a fondo, sanciones ejemplares y medidas preventivas que no se queden en el papel. Porque, como siempre, los que pagan el precio más alto son los de a pie. A ver
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