No es solo una voz; es un puente. Un puente entre el aficionado y el futbolista
- Karla Hernandez
- 26 sept
- 2 Min. de lectura
MARCOS H. VALERIO
“Es que ustedes eran amigos de los futbolistas. No era. Somos amigos”, sentencia Raúl Sarmiento, con esa chispa inconfundible que lo ha convertido en un ícono del periodismo deportivo mexicano.
Con 45 años de trayectoria, el legendario cronista no solo ha narrado la historia del fútbol, sino que la ha vivido desde las entrañas, siempre con un pie en la cancha y otro en la cabina.
No es solo una voz; es un puente. Un puente entre aficionado y futbolista, entre la pasión del juego y la intimidad del vestidor. “Un día, Ricardo Peláez me dijo: ‘Es que tú eres amigo de todos nosotros’. Le contesté: ‘¿Y eso es malo, Ricardo?’. ‘No, al contrario’, me respondió. ‘Tú siempre tienes entrada, te platican de todo, te dicen todo, porque has logrado una comunicación que pocos tienen en el medio’”.
Y es que Sarmiento no solo reporta; conecta. Su secreto, según él mismo confiesa, es simple pero poderoso: “Pienso como futbolista”.
Esa mentalidad lo ha llevado a ganarse el respeto de jugadores, técnicos y directivos, pero también le ha valido algún que otro roce en el gremio.
“A veces he tenido problemas en los medios porque pienso como futbolista, como técnico o como directivo”, admite con una sonrisa pícara. Pero esa empatía, ese ponerse en los tacos del protagonista, es lo que le ha permitido abrir puertas que para otros permanecen cerradas.
Una anécdota lo pinta de cuerpo entero. En una charla con Javier Alarcón, quien le propuso una idea que para muchos sería tentadora: “Gordo, consigue que podamos poner micrófonos en los vestidores, una cámara. A ti no te van a decir que no”.
La respuesta de Sarmiento fue tajante: “No, Javier. El vestidor es sagrado, es privado. No se metan al vestidor, por favor. Es la intimidad del futbolista”.
Para Raúl, hay líneas que no se cruzan, códigos que no se rompen. El vestidor, ese santuario donde el futbolista se desnuda física y emocionalmente, es intocable.
Con 45 años en los medios, Sarmiento no solo ha sido testigo de la evolución del fútbol mexicano, sino que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. Desde las transmisiones radiofónicas hasta las plataformas digitales, su voz sigue siendo un faro para los aficionados.
Hoy, Raúl sigue siendo el mismo: un narrador apasionado, un defensor del juego y, sobre todo, un amigo de los futbolistas.
Saluda con esa calidez que desarma. Y así, con su inconfundible estilo, sigue tejiendo historias, defendiendo la esencia del fútbol y recordándonos que, en este deporte, la confianza y el respeto son tan importantes como un gol en el último minuto.

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