Trump, orgulloso de Alcatraz Caimán
- Karla Hernandez
- 2 jul
- 3 Min. de lectura
Para migrantes peligrosos
Mientras crecen las críticas por sus condiciones precarias y su ubicación en una zona pantanosa rodeada de caimanes
Marcos H. Valerio
En un acto cargado de simbolismo y controversia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inauguró este martes el Centro de Detención Dade-Collier, apodado “Alcatraz Caimán” o “Alligator Alcatraz”, un nuevo complejo para migrantes ubicado en el corazón de los Everglades de Florida.
Acompañado por el gobernador Ron DeSantis, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, y miembros de la Guardia Nacional, Trump defendió la instalación como un lugar diseñado para recluir a “los migrantes más amenazantes y crueles del planeta”. La construcción, completada en un récord de dos semanas, ha desatado críticas por sus condiciones precarias, su ubicación remota rodeada de pantanos y caimanes, y por la retórica del presidente, que refuerza la criminalización de los migrantes.
“Es un gran honor estar en lo profundo de Florida, en los Everglades, para inaugurar el centro de detención de migrantes más nuevo de Estados Unidos”, declaró Trump durante una conferencia de prensa en el Aeropuerto de Entrenamiento y Transición Dade-Collier, dentro de la Reserva Nacional Big Cypress.
El presidente destacó la rapidez con la que se construyó el complejo, agradeciendo a la Guardia Nacional por completar la obra “en un tiempo extraordinario”. Sin embargo, la elección de un lugar tan inhóspito, accesible solo por un camino rodeado de pantanos y fauna salvaje, ha generado cuestionamientos sobre las condiciones en las que los migrantes serán retenidos.
El “Alcatraz Caimán”, como lo han bautizado funcionarios y medios, tiene capacidad para albergar hasta 5 mil personas en una estructura compuesta principalmente por remolques y tiendas de campaña, similares a las usadas en operaciones de emergencia. Según reportes, el interior del complejo se asemeja más a un campo de confinamiento que a un centro de detención formal: los espacios están divididos por alambres enrejados, sin paredes sólidas, y cuentan con literas metálicas, muchas sin colchones, distribuidas en módulos que recuerdan corrales.
Estas condiciones han sido calificadas como “inhumanas” por organizaciones de derechos humanos, que advierten sobre la falta de acceso a servicios básicos y la exposición de los detenidos a un entorno hostil.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha defendido la ubicación del centro, argumentando que los pantanos y caimanes que lo rodean actúan como una “barrera natural” contra posibles fugas.
Un portavoz del DHS llegó a bromear sobre la presencia de caimanes, afirmando que “nadie querrá escapar con esos vecinos”. Sin embargo, esta declaración, lejos de apaciguar las críticas, ha intensificado las preocupaciones sobre el trato que recibirán los migrantes en el complejo.
POLÍTICA MIGRATORIA BAJO FUEGO
La inauguración del “Alcatraz Caimán” se enmarca en la agresiva agenda migratoria de la segunda administración de Trump, que incluye medidas como la restricción de la ciudadanía por nacimiento y operativos masivos de deportación.
Durante la ceremonia, Trump insistió en que el centro está destinado a “migrantes peligrosos”, a quienes describió como “algunas de las personas más crueles del planeta”.
Sin embargo, no proporcionó detalles sobre los criterios para determinar quiénes serán enviados a la instalación, lo que ha generado temores de que el complejo sea utilizado para detener a migrantes indocumentados en general, independientemente de su historial.
Organizaciones como Amnistía Internacional y la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) han condenado la apertura del centro, calificándolo como una violación a los derechos humanos. “Encerrar a personas en un lugar remoto, rodeado de pantanos y con condiciones precarias, es una forma de castigo colectivo que contraviene los estándares internacionales”, señaló un comunicado de la ACLU. Además, activistas han denunciado que la retórica de Trump estigmatiza a los migrantes, fomentando un clima de xenofobia en un estado donde la población latina representa más del 25% del total.
El gobernador DeSantis, un firme defensor de la política migratoria de Trump, respaldó el proyecto y afirmó que “Alcatraz Caimán” incentivará la “autodeportación” al disuadir a los migrantes de cruzar la frontera. “Florida no será un santuario para ilegales”, declaró, alineándose con la narrativa del presidente. Por su parte, Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, destacó que el centro es parte de una estrategia para “restaurar el orden” en la frontera sur, aunque evitó responder preguntas sobre las condiciones específicas de los detenidos
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