Trump pone precio a cabeza de Maduro; vale 50 mdd
- Karla Hernandez
- 8 ago
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Acusa EU de narcoterrorismo, mientras Venezuela denuncia una conspiración
En video difundido en redes sociales lo acusan de mantener nexos con grupos criminales como Tren de Aragua, Cártel de los Soles y el Cártel de Sinaloa
MARCOS H. VALERIO
La reciente decisión de la Casa Blanca de duplicar la recompensa por información que lleve al arresto del presidente venezolano, Nicolás Maduro, a 50 millones de dólares, marca una escalada en la presión de Estados Unidos contra el líder chavista.
La fiscal general estadounidense, Pam Bondi, lo acusó en un video difundido en redes sociales de mantener nexos con grupos criminales como el Tren de Aragua, el Cártel de los Soles y el Cártel de Sinaloa, calificándolo como un “narcoterrorista”.
Esta medida, acompañada de la incautación de más de 700 millones de dólares en activos vinculados a Maduro, busca asfixiar al régimen venezolano, pero también levanta sospechas sobre las verdaderas intenciones de Washington.
Desde Caracas, la respuesta no se hizo esperar. Maduro denunció una “conspiración fascista” orquestada por el gobierno de Donald Trump, acusándolo de alentar una guerra civil en Venezuela.
En tanto, el ministro Diosdado Cabello desestimó las acusaciones sobre el Cártel de los Soles como un “invento” estadounidense, ironizando sobre los supuestos “300 jefes” que la Casa Blanca ha señalado a conveniencia.
Estas declaraciones reflejan la postura defensiva de un gobierno que, tras la controvertida reelección de Maduro en julio de 2024, enfrenta un creciente aislamiento internacional.
El contexto no es menor. La recompensa, que duplica los 25 millones ofrecidos previamente por la administración Biden, llega en un momento de alta tensión tras las elecciones venezolanas, donde el Consejo Nacional Electoral declaró ganador a Maduro frente a un opositor unificado, Edmundo González, respaldado por María Corina Machado.
La comunidad internacional, incluida gran parte de América Latina, ha cuestionado la legitimidad de esos comicios, lo que da a la ofensiva estadounidense un trasfondo político innegable.
La estrategia de Washington, sin embargo, no es nueva. Designar a líderes extranjeros como objetivos de recompensas o acusarlos de narcotráfico ha sido un recurso recurrente para justificar intervenciones o presiones diplomáticas.
El caso de Manuel Noriega en Panamá, derrocado en 1989 tras una invasión militar estadounidense, es un precedente que resuena en la región. ¿Es la recompensa por Maduro un paso hacia una acción más directa, o simplemente una herramienta para desestabilizar su régimen?
La Administración de Control de Drogas (DEA) ya ha ratificado sanciones contra el Cártel de los Soles, y la retórica de “narcoterrorismo” podría ser una antesala para medidas más drásticas.
En este escenario, Venezuela se atrinchera en su narrativa de soberanía frente al “imperialismo yanqui”, mientras Estados Unidos refuerza su postura de mano dura. Sin embargo, la efectividad de estas recompensas es cuestionable: históricamente, han generado más ruido político que resultados concretos.
Lo que sí es claro es que esta escalada tensa aún más las relaciones en una región ya fracturada. México y otros países latinoamericanos deberán observar con atención, pues el precedente que se siente podría redefinir el equilibrio entre cooperación y confrontación en la lucha contra el crimen organizado
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