Cabeza fría, soberanía firme
- Karla Hernandez
- 23 jul
- 3 Min. de lectura
Responde Sheinbaum con diplomacia y decisión a las amenazas arancelarias
Presidenta enfrenta un desafío mayúsculo: mantener la estabilidad económica y política de México frente a un vecino que no escatima en amenazas
MARCOS H. VALERIO
Seis meses han pasado desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca, y su segundo mandato ha traído consigo una ofensiva sin tregua contra México: amenazas arancelarias, acusaciones infundadas sobre el crimen organizado y, más recientemente, advertencias de restricciones a vuelos de aerolíneas mexicanas. Frente a esta escalada de hostilidades, la presidenta Claudia Sheinbaum ha mantenido una postura que combina firmeza y serenidad, resumida en su propia frase: “cabeza fría”.
Con una estrategia centrada en el diálogo bilateral, la defensa de la soberanía y decisiones técnicas, Sheinbaum demuestra que México no se doblegará ante las presiones, pero tampoco caerá en provocaciones estériles.
El último capítulo de esta tensión bilateral llegó el pasado fin de semana, cuando el Departamento de Transporte de Estados Unidos amenazó con rechazar solicitudes de vuelo de aerolíneas mexicanas, alegando un supuesto incumplimiento del Acuerdo de Transporte Aéreo de 2015.
Según el secretario de Transportes estadounidense, Sean P. Duffy, México habría forzado a empresas de carga de Estados Unidos a trasladarse del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) desde 2022, sin resolver la congestión del primero.
Sin embargo, como señaló la presidenta Sheinbaum, no ha habido notificación oficial de tales sanciones, y el traslado de vuelos de carga respondió a criterios técnicos, no a intenciones de perjudicar a las aerolíneas estadounidenses.
“Hay que ver exactamente a qué se refieren”, afirmó, manteniendo la puerta abierta al diálogo mientras se prepara para una posible notificación formal.
Más allá de las disputas comerciales, la retórica antimexicana de Trump ha recrudecido. Sus declaraciones, donde afirmó que “los cárteles y políticos mexicanos tienen un tremendo control sobre México” y los responsabilizó por la crisis de opioides en Estados Unidos, no solo son una afrenta a la soberanía mexicana, sino un intento de deslegitimar al gobierno de la Cuarta Transformación.
Estas acusaciones, amplificadas en redes sociales y aprovechadas por la oposición para atacar al gobierno mexicano, han encontrado en Sheinbaum una respuesta clara: “¿Cómo dijo? Que tenemos miedo, que no sé qué... ¡Claro que no!”.
Con estas palabras, la mandataria rechazó de tajo las provocaciones, subrayando que México no entrará en un enfrentamiento público “al tú por tú” que beneficie más al espectáculo político de Trump que a los intereses nacionales.
La postura de Sheinbaum es un ejercicio de equilibrio diplomático: defender la soberanía sin caer en la confrontación estéril.
“No nos agachamos, exigimos un trato de iguales”, afirmó, dejando claro que México buscará soluciones a través de la negociación, pero no a costa de su dignidad.
Esta estrategia contrasta con la agresividad de Trump, quien parece decidido a mantener a México como blanco de su narrativa populista. Las redes sociales, reflejan el respaldo de amplios sectores a la postura presidencial, aunque no faltan las voces opositoras que, en un afán de golpeteo político, amplifican el discurso antimexicano.
En este contexto, la presidenta enfrenta un desafío mayúsculo: mantener la estabilidad económica y política de México frente a un vecino que no escatima en amenazas.
Las advertencias arancelarias y las posibles restricciones aéreas no son meros amagos; son recordatorios de la asimetría en la relación bilateral y de la necesidad de fortalecer la autonomía mexicana.
La respuesta de Sheinbaum, hasta ahora, ha sido un modelo de contención y claridad estratégica: dialogar, pero no ceder; defender, pero no provocar. México, con “cabeza fría”, se planta como un país soberano que no se doblega ante la retórica beligerante de Trump, sino que apuesta por la diplomacia y la razón para navegar estas aguas turbulentas
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