Julio César padre rompe en llanto
- Karla Hernandez
- 9 jul
- 3 Min. de lectura
Defiende la inocencia de su hijo
El legendario boxeador mexicano se quiebra al hablar de la detención de Julio César Chávez Jr., confiando en que la justicia y la fe resolverán su situación legal
MARCOS H. VALERIO
Julio César Chávez González, la leyenda viviente del boxeo mexicano, dejó caer la guardia. El hombre que enfrentó a los rivales más temidos en el ring, conocido por su mandíbula de acero y su inquebrantable espíritu, no pudo contener las lágrimas al hablar de su hijo, Julio César Chávez Jr., detenido en Los Ángeles.
El “Gran Campeón Mexicano” abrió su alma, mostrando el peso de un padre que, entre la fe y la esperanza, lucha por la redención de su primogénito.
La conversación, que comenzó con recuerdos familiares y anécdotas de una vida marcada por el éxito y los excesos, dio un giro inesperado cuando Nicole le preguntó a su padre sobre el significado de Dios en su vida. Chávez, visiblemente reflexivo, hizo una pausa que pareció eterna. Con la voz entrecortada, respondió que los tiempos de Dios son perfectos, incluso en los momentos más oscuros.
“A veces nos desesperamos, queremos que todo se resuelva, sobre todo cuando hay problemas… Espero en Dios que tu hermano esté bien y todo se arregle, primeramente Dios”, confesó, mientras las lágrimas rodaban por su rostro.
El estudio, acostumbrado al bullicio, se sumió en un silencio respetuoso, roto solo por el intento de Nicole de aligerar el momento con una broma, culpando a la producción por las preguntas sensibles.
Julio César Chávez, quien dominó el ring en las décadas de 1980 y 1990 con 107 victorias, 87 por nocaut, y títulos mundiales en tres divisiones, enfrentaba ahora una batalla distinta. La detención de su hijo, acusado por el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS) de nexos con el Cártel de Sinaloa y de violar su estatus migratorio, ha sacudido a una familia que ya conoce el escrutinio público.
Chávez Jr., de 39 años, fue arrestado en Studio City, California, días después de perder una pelea contra el influencer convertido en boxeador Jake Paul. Las autoridades estadounidenses señalaron que el ex campeón de peso mediano del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) enfrenta una orden de aprehensión en México desde 2023 por presunta participación en delincuencia organizada y tráfico de armas.
Sin embargo, el patriarca de la dinastía Chávez se mantiene firme en su defensa. “Mi hijo ha tenido sus desaciertos, cuando andaba mal decía muchas cosas porque estaba enfermo. Pero de ahí a que esté involucrado en cosas ilícitas, la verdad, no”, aseguró en el programa, desmintiendo con vehemencia las acusaciones de vínculos criminales.
“Conozco a todos los narcos de Culiacán, eso es un secreto a voces, pero mi familia y yo estamos limpiecitos”, enfatizó, subrayando que las especulaciones sobre su hijo son una confusión que espera se resuelva pronto.
“Todo es una confusión. Mi hijo no tiene nada que temer, gracias a Dios”, afirmó, con la voz quebrada pero la convicción intacta.
En un país donde el boxeo es más que un deporte, la caída de un heredero como Chávez Jr. resuena con fuerza. La imagen de Julio César Chávez, el hombre que llevó a México a la cima del pugilismo, llorando por su hijo, es un recordatorio de que incluso los gigantes enfrentan batallas fuera del ring.
Mientras el proceso legal avanza, la familia Chávez se aferra a la fe, esperando que los “tiempos de Dios” traigan claridad y justicia. Para el “César del Boxeo”, esta es, quizás, la pelea más dura de su vida: no contra un oponente, sino por el futuro de su hijo.
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