Parque Bicentenario abre sus puertas
- Karla Hernandez
- 27 jun
- 2 Min. de lectura
Pulmón para la Ciudad
Reapertura del espacio busca devolver a la ciudadanía un lugar de convivencia, cultura y naturaleza, su éxito dependerá de una gestión transparente y accesible
MARCOS H. VALERIO
El próximo martes 1 de julio, la Ciudad de México celebrará un hito significativo: la reapertura del Parque Bicentenario, un espacio de 55 hectáreas que promete convertirse en un nuevo epicentro de convivencia, cultura y recreación en la capital.
Según lo anunciado por Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura, este proyecto representa un esfuerzo del Gobierno Federal por rescatar y revitalizar un área que, tras años de abandono, vuelve a la ciudadanía como un espacio público seguro y multifuncional.
La noticia es un soplo de aire fresco en una metrópoli donde los espacios verdes y culturales son un bien escaso, pero también plantea preguntas sobre su sostenibilidad y el equilibrio entre accesibilidad y participación privada.
El Parque Bicentenario, ubicado en los terrenos de la antigua refinería de Azcapotzalco, no es solo un espacio verde; es un símbolo de transformación. Con siete ecosistemas, que incluyen un lago artificial, áreas verdes y espacios deportivos, el parque tiene el potencial de ser un pulmón vital para una ciudad asfixiada por el concreto y la contaminación.
La supervisión y el mantenimiento realizados por la Secretaría de Cultura, según Curiel de Icaza, garantizan que las instalaciones estén listas para recibir a los capitalinos de 7 de la mañana a 6 de la tarde, recuperando los horarios originales de operación. Este esfuerzo refleja una intención clara: devolver a la ciudadanía un lugar que fomente la cohesión social y el bienestar.
Sin embargo, el verdadero desafío no radica en la apertura, sino en la gestión a largo plazo. La secretaria de Cultura anunció que el parque será administrado por un comité tripartito conformado por el Gobierno Federal, el Gobierno de la Ciudad de México y la iniciativa privada.
Este modelo, aunque prometedor, no está exento de riesgos. La mención de un esquema similar al del Auditorio Nacional, donde los recursos se destinan principalmente a actividades culturales, suena alentadora, pero exige transparencia absoluta. La participación de la iniciativa privada, si bien puede garantizar sostenibilidad financiera y calidad en las actividades, debe ser cuidadosamente regulada para evitar que el parque se convierta en un espacio elitista o excesivamente comercializado.
La promesa de una “oferta mixta” con actividades gratuitas y privadas “de visión social accesible” es un compromiso que el gobierno deberá cumplir con hechos. Los capitalinos, especialmente aquellos de comunidades marginadas, merecen un espacio donde la cultura y el esparcimiento no estén condicionados por el poder adquisitivo.
La reapertura del Parque Bicentenario también llega en un momento oportuno, cuando la capital necesita espacios que refuercen el tejido social y mitiguen los efectos de la crisis climática. Sus 55 hectáreas representan una oportunidad para promover la educación ambiental, la actividad física y la expresión cultural. Pero para que este “gran pulmón” cumpla su propósito, el gobierno debe garantizar que las actividades culturales sean inclusivas y representativas de la diversidad de la ciudad, desde talleres comunitarios hasta festivales que den voz a artistas locales. La infraestructura, además, debe ser accesible para personas con discapacidad y familias de todos los ingresos.
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